viernes, 29 de octubre de 2010

Historia de una Orden Tradicional





ORDEN MARTINISTA TRADICIONAL
Historia de una Orden Tradicional
por Christian Rebisse.

EL "HADA DE LA ELECTRICIDAD"
.

En 1889 se inauguró en París La 4ª Exposición Universal, que conmemoraba el centenario de La Revolución Francesa de 1789. Fue [a gran exposición donde triunfo el “hada de la electricidad”. La clave de esta exposición fue la inauguración de la Torre Eiffel, el gigantesco monumento metálico que se iba a convertir rápidamente en el símbolo del materialismo triunfante, de la tecnología y de la industria. ¿Era la encarnación de una nueva Torre de Babel? ¿Una nueva “Maison Dieu” “Casa de Dios” desde lo alto de la cual el hombre se arriesgaba a tener una mala caída. . .? Por esa misma época, el Martinismo se reorganizaba y publicaba la revista “La Iniciación”.
¿En base a qué fundamentos podían apoyarse los Martinistas de aquella época para elevar su Tem­plo y quiénes fueron los artífices de esa reconstrucción? Es a partirdel encuentro de Gérard Encausse (Papus) y de Augustín Chaboseau, ambos poseedores de una inicia­ción que les fue transmitida directamente por Louis-Claude de Saint Martin (1743-1803), cuando nace la Orden Martinista.











L.C. de Saint Martin

LOS ELUS-COHEN.
Louis-Claude de Saint-Martin fue discípulo de Martines de Pasqually. Este había creado, hacia 1754, la “Orden de los Elus-Cohen”. Martines de Pasqually proponía a sus discípulos trabajar para su reintegración a través de ¡a práctica de la teurgia. Esta ciencia se basaba en un ceremonial de gran complejidad, y aspiraba a lo ue Martinesde Pasqually llamaba la reconciliación del “menor”, el hombre, con la Divinidad. Esta teurgia se basaba en la relación del hombre con las jerarquías angélicas. Los ángeles constituían, según Martines de Pasqually, el único apoyo de que disponía el hombre después de su caída para conseguir la reconciliación (reintegración) con lo Divino. Contrariamente a lo que se piensa, el Martinismo no es la prolongación de la orden de los Elus-Cohen y, con mayor motivo, Martines de Pasqually no debe considerarse como el fundador de la Orden Martinista. En 1772, incluso antes de haber concluido la organización de su propia orden, Martines de Pasqually parte para Santo Domingo.
De ese viaje no regresará, pues muere en 1774. Después de la desaparición de Pasqually, algunos de sus discípulos continuarón la labor de difundirlas enseñanzas dándoles un tono particular. Entre esos discípulos se distinguen dos, Jean-Baptíste Willermoz y Louis-Claude de Saint-Martin.
Jean-Baptíste Willermoz, un ferviente adepto de la francmasonería y de la teurgia, entró en relación con la “Estricta Observancia Templaria” alemana. En 1782, en el congreso masónico que esta orden cele­bró en Wilheimsbad, J. B. Wiliermoz hizo integrar las enseñanzas de Martines de Pasqually en los grados altos de esta orden, los de “Profeso” y “Gran Profeso”. Sin embargo, él no transmitió a esta orden las prácticas teúrgicas de los Elus­Cohen. Durante ese congreso, la Estricta Observancia Templaria cambió su nombre por el de los “Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa”.

En cuanto a Louis-Claude de Saint-Martin, abandonó la francmasonería. Dejó a un lado la teurgia, la vía externa, en favor de la vía in­terna. En efecto, juzgaba que la teur­gia era peligrosa, y la invocación angélica la juzgó como poco segu­ra cuando sale al exterior. Por otro lado, se podría poner en boca de Saínt-Martin la frase de Angelus Silesius que, en su poema Querubínico, dice: “Alejaos, Serafines, ¡no podéis reconfortarme! Alejaos, ángeles, y todo lo que se puede ver relacionado con vosotros; yo me lanzo so­lo en el mar increado de la Deidad pura”. La herramienta y el crisol de esta misteriosa comunión debe ser, según Saint-Martin, el corazón del hombre. Quería “entrar en el corazón de la Divinidad, y hacer en­trar la Divinidad dentro de su pro­pio corazón”, y con este sentido es por lo que se llamó a esta vía, preconizada por Saint-Martin, la “vía cordial”. La evolución en la actitud de Saint-Martin se debió en gran parte al descubrimiento de la obra de Jacob Boehme. En su diario personal, dice: “A mi primer maestro es a quien debo mis primeros pasos en la vía espiritual, pero es al segundo a quien debo los pasos mas significativos que he consegui­do dar”. Enriqueció las ideas de su primer maestro y las de su segun­do maestro para construir con am­bas un sistema personal. Louis-CLaude de Saint-Martin transmitió una iniciación a algunos discípulos esco­gidos. (1)
Recordemos igualmente que tampoco Louis-Claude de Saint-Martin es, él mismo, el creador de una asociación que lleva el nombre de Orden Martinista. Por el contrario, se sabe que se constituyó alrededor de él un grupo (sobre 1795) al cual algunos de sus amigos se referían como “Círculo Intimo”, “Sociedad de los Íntimos”. Balzac, en “El lirio en el valle”, nos da testimonio de la existencia de grupos de los discípulos de Saínt-Martin: “Amiga íntima de la Duquesa de Borbón, Mme. de Verneuil formaba parte de una sociedad santa cuya alma era M. Saint-Martin, nacido en Touraine, y llamado el Filósofo Desco­nocido. Los discípulos de ese filósofo practican las virtudes aconsejadas por las altas (especulaciones) de la iluminación mística” (2). La iniciación transmitida por Louis­Claude de Saint-Martin perduró has­ta principios de siglo a través de diferentes filiaciones. A finales del siglo XVIII dos hombres eran depositarios de esa iniciación: el Doctor Gérard Encausse y Augustin de Chaboseau, cada uno por una filiación diferente. Examinemos rápidamente esas filiaciones.

LINAJE MARTINISTA.

Louis-Claude de Saint-Martin falleció el 13 de Octubre de 1803. Había iniciado a Jean Antoine Chaptal, un químico a quien debemos el descubrimiento de algunos proce­dimientos para la fabricación del alumbre y de la tintura del algo­dón, así como el procedimiento de vinificación que lleva el nombre de “Chaptalización”. Chaptal tuvo varios hijos, de los cuales una hija por su matrimonio se convirtió en la Sra. Delaage. Esta última tuvo un hijo, Henri Delaage, autor de numerosos libros sobre la historia de la iniciación antigua. H. Delaa­ge fue iniciado por alguien cuyo nombre no nos es conocido, proba­blemente su padre o su madre, pues cuando su abuelo (Chaptat) murió, el joven Henri Delaage so­lo tenía 7 años y era demasiado jo­ven para recibir esta iniciación. Henri Delaage transmitió esta iniciación a Gérard Encausse, en 1882.
Hacia mediados de 1803 Louis­Claude de Saint-Martin estuvo aloja­do en casa de su amigo el Abad de la Noue, en Aulnay. Había iniciado a éste mucho tiempo antes de su muerte. Este eclesiástico, sacerdo­te libre y hombre de una cultura enciclopédica, inició al abogado Antoine-Louis Marie Hennequin. Este último inició a Hyacinthe Joseph­-Alexandre Thabaud de Latouche, más conocido por su nombre de escritor Henri de Latouche, quien inició a su vez a Honoré de Balzac y a Adolphe Desbarolles, el Conde de Authencourt, a quien debemos un célebre tratado de quiromancia. Este último inició a la sobrina de Henri de Latouche, Amélie Nou~l de Latouche, Marquesa de Boisse­Mortemart, la cual a su vez inició a su sobrino, Augustin de Chaboseau, en 1886 (3).

LA CREACIÓN DE LA ORDEN MARTINISTA.

Por medio del encuentro de estos dos “descendientes” de Louis­-Claude de Saint-Martin, Augustin Chaboseau y Papus, es como va a nacer una orden iniciática que tomará el nombre de “Orden Martinista”. Papus y Augustin Chaboseau eran dos estudiantes de medicina. Un amigo común, P. Gaëtan Leymarie, director de “la Revista Espiritista”, conociendo el interés de ca­da uno de ellos por el esoterismo, se encargó de organizar su encuen­tro. Los dos estudiantes de medici­na enseguida se hicieron amigos y no tardaron en darse cuenta de que ambos eran depositarios de una iniciación que remontaba a Louis-Claude de Saint-Martin. En 1888 pusieron en común lo que habían recibido uno y otro y deci­dieron transmitir la iniciación de la que eran depositarios a algunos buscadores de la verdad. Para ello crearon una Orden iniciática y le dieron el nombre de “Orden Martinista”.










Papus

!Qué actividad! ya había fundado la “Escuela Hermética”, había organizado la Orden Martinista, había creado las revistas “La Iniciación”, “El Velo de Isis” y había escrito “El Tratado Elemental de las Ciencias Ocultas” (a los 23 años) y “El Tarot de los Bohemios” (a los 24 años). Sus colaboradores, aparte F.Ch. Barlet, tampoco eran mucho mayores que él. A partir de 1887 1887 debe su interés por el esoterismo al descubrimiento de las obras de Louís Lucas, químico, alquimista y hermetista. Apasionado con el ocultismo, estudia los libros de Eliphas Levi. Entra en contacto con el dirigente de la revista Teosófica “El Loto Rojo”, Félix Gaboriau, conoce a Barlet (Albert Faucheux) un erudito ocultista. En 1887, Papus se une a la Sociedad Teosófica, fundada algunos años antes por Madame Blavatsky y el Coronel Olcott.

El CONSEJO SUPREMO 1891.

En poco tiempo, Papus comenzó a disonar de la Sociedad Teosófica. Esta organización tenía una concepción muy orientalista y budista del esoterismo; esa misma posición iba a disminuir, e incluso iba a suprimir toda perspectiva de un esote­rismo occidental real. Esta actitud, que preconizaba una superioridad absoluta de la tradición oriental, escandalizó a Papus. Pero en el horizonte se de lineaba un peligro mas grave aún. Sin él, nos dice Papus, la tradición occidental habría podido continuar transmitiendo su antorcha de iniciado a iniciado en el silencioy en el incógnito.
En efecto, según Papus y Stanislas de Guaita, ciertos ocultistas intentaron desplazar el eje de gravitación del esote­rismo para colocarlo fuera de Paris, la tierra de elección;“Así pues se decidió en Haut Lieu (Lugar elevado), (aclara mis­teriosamente Papus), que debía empren­derse un movimiento de difusión para seleccionar a los verdaderos iniciados, capaces de adaptar la tradición occidental al siglo que empezaba”. Su fin era el preservar la perennidad de esta tradición y contrarrestar la maquinación encaminada a conducir a los buscado­res sinceros hacia una situación crucial. El Martinismo fue el crisol de esta transmutación. Papus dimitió de la Sociedad Teosófica en 1890, y desde ese momento el Martinismo se organizó de una manera más precisa.









P. A. Chabuseau

Las iniciaciones martinistas se hicieron más numerosas y al año siguiente, en julio de 1891, la Orden Martinista creó un Consejo Supremo compuesto por 21 miembros (4). Se procedió a la elección para designar al Gran Maestro de la Orden y allí fue elegido Papus para este cargo. Gracias al talento de Papus y a la ayuda material de Lucien Mauchel (Chamuel), la or­den se extendió rápidamente. Se crearon las primeras logias martinistas y Paris contó muy pronto con cuatro logias: “La Esfinge”, dirigi­da por Papus, donde se hacían los estudios generales. “Hermanubis”, dirigida por Sédir, donde se estudiaba el misticismo y la tradición oriental. “Velleda”, dirigida por Victor-Emite Michelet, que se dedicó al estudio del simbolismo. “Esfinge” quedó reservada a las adaptaciones artísticas. En varias ciudades france­sas, e incluso en el extranjero, se formaron grupos martinistas. La Orden Martinista tomó una gran expansión en el extranjero: Bélgica, Alemania, Inglaterra, España, Italia, Egipto, Túnez, Estados Unidos, Argentina, Guatemala, Colombia. En el número del mes de Abril de 1898 de “La Iniciación” se explica que en 1897 existían 40 logias en el mundo y que en 1898 ese número aumentó a 113.

LA FACULTAD DE CIENCIAS HERMÉTICAS.

Los Martinistas querían renovar el esoterismo occidental; sin embargo, no existía ningún lugar en Fran­cia donde se pudieran estudiar las ciencias herméticas. Papus reflexio­nó sobre esto y se dijo: “Puesto que existen facultades donde se pueden aprender las ciencias mate­rialistas, ¡por qué no podría haber una donde se pudieran estudiar las ciencias esotéricas!”. Así pues, los Martinistas constituyeron un gru­po que organizaba cursos y conferencias con el fin de mostrar a los buscadores los valores del esoteris­mo occidental. Ese grupo constituyó el vivero de donde fueron seleccionados los futuros Martinistas. Se convirtió en el círculo externo de La Orden Martinista y tomó el nombre de “Escuela Superior Libre de las Ciencias Herméticas”. Más tarde tomó el nombre de “Grupo Independiente de Estudios Esotéricos”, después el de “Escuela Her­mética” y “Facultad de Ciencias Herméticas”.
Eran numerosos los cursos y los temas que se estudiaban allí e iban desde la Cábala a la Alquimia y el Tarot, pasando por la historia de la filosofía hermética, o sea, alrede­dor de unos doce cursos al mes. Los profesores más asiduos eran Papus, Sédir, Victor-Emite Michelet, Barlet, Augustin Chaboseau, Sisera­.... Una sección en particular es­tudiaba las Ciencias Orientales, bajo la dirección de Augustin Chabo­seau. Otra, bajo la dirección de F. Joliivet-Castetlot, se dedicaba a la Alquimia. Este grupo tomó el nom­bre de “Sociedad Alquímica de Francia.

LA ORDEN CABALÍSTICA DE LA R+C.

Si los Martinistas habían constituido un círculo externo, “El Gru­po Independiente de Estudios Eso­téricos”, a su vez, también creó un círculo interno, “La Orden Caba­lística de la Rosa+ Cruz”. El 5 de Julio de 1892 la Orden Martinista y la Orden Cabalística de La Ro­sa+ Cruz se unieron por medio de un tratado. Para Stanislas de Guaita, “el Martinismo y la Rosa Cruz cons­tituían dos fuerzas complementarias, en todo el ámbito científico del tér­mino” (5). Esta Orden había sido renovada en 1889 por Staníslas de Guaita y Josephin Péladan. La entrada en esta orden estaba estrictamen­te reservada a los Martinistas “S.l.” que poseyeran ese grado por lo me­nos desde tres años antes y que reu­nieran unas condiciones particula­res. El número de miembros debía estar limitado a 144 pero parece que ese número nunca se alcanzó. La Orden Cabalística de la Rosa+ Cruz tenía como fin perfeccionar la formación de los S.l. Se dividía en tres grados de estudios con diplo­mas de: Bachiller en Cábala, licenciado en Cábala y doctor en Cábala. Después de la muerte de Stanislas de Guaita en 1897 (o sea, 8 años después de su creación), Barlet fue designado para dirigir la Orden, pe­ro nunca ejerció su función y la Orden Cabalística de la Rosa+ Cruz quedó más o menos en estado dur­miente. Papus la pone de nuevo en actividad, sin éxito, y dura hasta la primera guerra mundial en 1914.







Orden Kabbalistica de la R+C.

Para expandir la iluminación, los Martinistas no dudaron en buscar alianzas con otras sociedades iniciáticas. Así, en 1908, Papus organizó una gran convención espiritualista internacional en Paris, que reunió por [o menos unas treinta organiza­ciones iniciáticas. El secretario de esta amplia tentativa era Victor Blanchard, un Martinista que reto­mó esta idea algo más tarde para organizar la F.U.D.O.S.I. Desgracia­damente, en sus numerosas alian­zas, Papus se dejó a veces arrebatar por el entusiasmo de sus colabora­dores, como pasó con la “Iglesia Gnóstica”. Esta iglesia había sido fundada por Jules Doisnel hacia 1889, después de una experiencia espiritista. Se dice a menudo que la Iglesia Gnóstica llegó a ser la igle­sia oficial de los Martinistas. De hecho la importancia de esta alianza ha sido aumentada por ciertos seu­dosucesores de Papus. Si se alió con numerosas organizaciones: “Los Iluminados”, “Los Babístas” (persas), “El Rito Escocés” o “Menphis Misraim”, la Orden Martinista no por eso dejó de guardar su indepen­dencia. En esa época, era normal pertenecer a varias organizaciones iniciáticas al mismo tiempo, mu­chos abusaron y algunos fueron contaminados por una terrible en­fermedad que acometía a los “seu­doiniciados”, “la cordonitis”. Papus y la mayor parte de los dirigen­tes Martinistas habían tomado im­portantes responsabilidades en la FrancMasonería egipcia del rito de Menphis-Misraim. ¡Comparados con los 97 grados de este rito, los pocos grados del Martinismo parecían bien pobres! Algunos Martinistas, turbados por los títulos atracti­vos de los grados de Memphis-Misraím, no se tomaron ni siquiera el tiempo de estudiar sus enseñanzas, muchos se hundieron en un cierto sincretismo iniciático y se olvidaron del propósito de la iniciación y de sus fundamentos, para perderse en sus formas.

LA GUERRA DE 1914-1918.

Podemos decir que con la prime­ra guerra mundial la Orden entró en estado letárgico. Cada uno se aprestó a defender a su patria. Papus se trasladó voluntariamente al frente. Fue médico jefe, con el grado de capitán. Consideraba sagrado el deber hacia su país. Augustín Chaboseau, reformado, se alistó en los gabinetes ministeria­les de Aristide Briand, primero en el de Justicia, después en la Presi­dencia del Consejo. Papus murió antes del final de la guerra, el 25 de Octubre de 1916. Después de la guerra, los miembros del Consejo Supremo se estaban dispersados y no hubo elección de un nuevo Gran Maestro. “Sin Papus, el Martinismo ha muerto” exclamó Joilivet Castelot (6). No obstante, varios Martinistas intentaron tomar la dirección de la Orden. Modificaron de tal manera la naturaleza del Martinismo, que muchos Martinistas prefirieron no asociarse a tales proyectos y mantenerse independientes.

LAS SUCESIONES EFÍMERAS.

En esa época nacieron varios grupos martinistas, pero la mayor par­te de esas organizaciones tuvieron una existencia bastante efímera, sólo se componían de algunos grupos, todos ellos independientes. Cuando un Martinista ruso preguntó en esa época a Barlet, quién era el jefe de la Orden en Francia, éste res­pondió con una sonrisa: “El Martinismo es un círculo cuya circunfe­rencia está en todas partes y el cen­tro en ninguna parte... “(7). Ve­amos rápidamente cuáles fueron las organizaciones de este periodo transitorio que a menudo resulta oscuro, debido a que algunos histo­riadores han disfrutado confundien­do vestigios. La primera de la que hablaremos es la que se formó bajo la dirección de Jean Bricaud. Este afirmó que Teder había sucedi­do a Papus y que Teder, en su le­cho de muerte, le había designado como su sucesor. Enseñó a los Martinistas parisienses un documento que atestiguaba su nombramiento al frente de la Orden. Ningún miem­bro tomó en serio ese documento, que probablemente Bricaud había escrito él mismo, y no aceptaron reconocerle (8). Sin embargo, en Lyon se formó un pequeño grupo bajo su autoridad, transformó el Martinismo “masonizando” atrevi­damente la Orden, y reservando su acceso solamente a los miem­bros que tuvieron la categoría de masones y titulares del grado 18. Ese grupo creó una clase de Martinismo que no tenía casi nada que ver con el que habían creado Papus y Augustin Chaboseau. Además, Jean Bricaud reivindicó abusivamen­te una afiliación de Elu-Cohen. Robert Amberlaín demostró que esta pretensión no estaba basada sobre ningún fundamento (9). El movimiento de Bricaud permaneció cir­cunscrito a Lyon (10).







H. Spencer Lewis

Se formó un segundo grupo bajo la dirección de Victor Blanchard. Este último había sido el Maestro de la Logia Parisiense “Melchissedec” y fue reconocido por una parte de los Martinistas parisienses que se agruparon a su alrededor. El 11 de Noviembre de 1920 el “Journal Officiel” anunció la constitución de una Orden bajo el nombre de “Unión General de los Martinistas y los Sinárquicos” u “Orden Martinista Sinárquica”. En 1934, H. Spencer Lewis fue iniciado en esta orden por Victor Blanchard.
Algo más tarde recibió una carta nombrándole Gran Inspector para las tres Américas, una carta como Soberano Legado y Gran Maestro para los Estados Unidos de América y la autorización de crear en San José el Templo “Louis-Claude de Saínt-Martin” (Ralph Maxwell Se formó un segundo grupo bajo la dirección de Victor Blanchard. Este último había sido el Maestro de la Logia Parisiense “Melchissedec” y fue reconocido por una parte de los Martinistas parisienses que se agruparon a su alrededor. El 11 de Noviembre de 1920 el “Journal Officiel” anunció la constitución de una Orden bajo el nombre de “Unión General de los Martinistas y los Sinárquicos” u “Orden Martinista Sinárquica”. En 1934, H. Spencer Lewis fue iniciado en esta orden por Victor Blanchard. Algo más tar­de recibió una carta nombrándole Gran Inspector para las tres Américas, una carta como Soberano Legado y Gran Maestro para los Estados Unidos de América y la autorización de crear en San José el Templo “Louis-Claude de Saínt-Martin” (Ralph Maxwell Lewis sería inicia­do igualmente en esa Orden en Septiembre de (1936). Más adelante volveremos sobre la Orden Martinista Sinárquica.
En París, se formaron vanos grupos independientes pero no hubo realmente un Consejo Supremo re­conocido como tal por el conjun­to de los Martínistas. De hecho, la mayoría de los Martinistas, más que lanzarse a luchar por la sucesión, prefirieron continuar trabajando en la sombra, quedando aislados.

EL NACIMENTO DE LA ORDEN MARTINISTA TRADICIONAL.

La situación no parecía tener Salida. En 1931 Jean Chaboseau sugirió a su padre que reuniera a los supervivientes del Consejo Supremo de 1891 para volver a hacerse cargo de la situación y poder restablecer la Orden Martinista sobre sus verdaderas bases. Los únicos supervivientes, aparte de Augustin Chaboseau, fueron Victor-Emile Michelet y Chamuel.













V.E. Michelet

No olvidemos que Augustin Chaboseau fue el cofundador del Martinismo de 1889 y había recibido su iniciación por vía directa de su tía Amélie de Boisse-­Mortemart. Victor-Emile Michelet había sido un miembro im­portante de la Universidad Hermética y Maestro de la Logia “Velleda”; en cuanto a Chamuel, había sido el organizador material de la Orden, en la trastienda de su librería, que había acogido las primeras actividades de la Orden. Otros Martinistas se unieron a ellos: el Dr. Octave Béliard, el Dr. Robert Chapelain, Pierre Levy, Ihamar Strouvea, Gustave Tautain ... así como Philippe Encausse, el hijo de Papus. Este último frecuentó durante algún tiempo la Orden Martinista Tradicional, después se apartó. En aquella época sus preocupaciones parecían es­tar en algún otro sitio. El libro que consagró ala memoria de su padre, al año siguiente, parece demostrar esta postura suya (11). El 24 de Ju­lio de 1931, los Martinistas, reuni­dos alrededor de Augustin Chaboseau, decidieron despertar el Marti­nismo bajo su aspecto auténtico y tradicional. Para distinguirlo de las numerosas organizaciones pseudomartinistas que existían, añadieron al nombre de la Orden el calificati­vo “Tradicional”. Por medio de es­te acto, los supervivientes del Consejo Supremo de 1891 revindicaron “la perennidad de la Orden fun­dada por ellos junto con Papus” (12).
El Martinísmo volvió a tomar fuerza y vigor. Se procedió a la elección del Gran Maestro y como lo reque­ría la Tradición, fue el miembro más antiguo quien resultó elegido para este cargo: Augustin Chaboseau. Este, a partir de Abril de 1932, prefirió dejar esta función a Victor Emile Michelet. Aunque en activo, la Orden permaneció relativamente discreta bajo la dirección de es­te último. A la muerte de Michelet, el 12 de Enero de 1938, nuevamente Augustin Chaboseau fue el Gran Maestro de la Orden Martinista Tradicional.

LA GUERRA DE 1939-1945.

La Tradición Martinista se instaló de nuevo al otro lado del Océano Atlántico. Fue un buen momen­to, ya que unos meses más tarde los Martinistas europeos iban a co­nocer una nueva prueba, la segun­da guerra mundial. Esta tendría fuer­tes consecuencias, pues numerosos Martinistas perderían la vida en los campos de batalla o en los campos de concentración. Poco después del comienzo de las hostilidades, el 14 de Agosto de 1940, el periódi­co oficial publicó un decreto guber­namental de Vichy prohibiendo en Francia todos las organizaciones se­cretas. La mayoría de los responsa­bles de esas oganizaciones fueron arrestados. La Orden Martinista Tradicional pasó oficialmente a estar durmiente en Francia, pero de he­cho el verdadero trabajo no cesó, y las Logias “Athanor” y “BrocéLíande” permanecieron secretamente activas. Augustin Chaboseau refugia­do en Bretaña, no se inquietó demasia­do, pero el Dr. Béliard tuvo algunos contratiempos con la Gestapo. Georges Lagréze se vió obliga­do a ocultarse en Normandia, después en Angers y, a pe­sar de las incesantes indagaciones en su domicilio, permane­ció en contacto con Ralph M. Lewis por mediación de Jeanne Guesdon.
Después de la guerra, en 1945, no quedaban más que algunos su­pervivientes. Bajo la dirección de Augustin Chaboseau, la Orden Martinista Tradicional se recobró oficial­mente. Pero, Augustin Chaboseau pasó la transición el 2 de Enero de 1946 y Georges Lagreze falleció en Angers el 16 de Abril de 1946. Con ellos, la Orden en Francia per­dió los elementos esenciales. Jean Chaboseau fue elegido como suce­sor de su padre. Jean Chaboseau era un Martinista de valor, pero no tenía sentido de organización. No tuvo éxito en reorganizar la Or­den en Francia. Los miembros del Consejo Supremo le retiraron po­co a poco su confianza y le dimitie­ron. Aquí es necesario aclarar que algunos Martinistas hicieron todo lo posible para hacerle difícil su ta­rea, y harto de querellas, él prefirió dejar a la Orden durmiente. Los Martinistas belgas, bajo la dirección de Sár Renatus (René Rosart), inten­taron continuar el trabajo de la Or­den bajo el nombre de “Orden Mar­tinista Universal”. Victor Blanchard aprobó esta Decisión, pero la muer­te de René Rosart en Octubre de 1948 puso freno a la evolución de la Orden Martinista Universal. El hermano Heb Ailghim Sí, (el Dr. E. Bertholet), sucedió a René Rosart, pero dejó extinguirse una Orden que jamás tuvo actividad alguna. El Dr. Bertholet murió el 13 de Ma­yo de 1965 sin haber nombrado su­cesor.
A pesar de ello, la Orden Martínista Tradicional no había sufrido ningún daño en Estados Unidos y trabajaba modestamente, esperando que Las cosas se apaciguaran en Europa. Ralph M. Lewis conser­vó su título de Gran Maestro Regio­nal. Unos diez años más tarde, cuan­do la Orden Martinista Tradicional se volvió a implantar en Francia y en otros países desde Estados Uni­dos, Ralph M. Lewis tomó el título de Gran Maestro Soberano. Durante 48 años dirigió la Orden Marti­nista Tradicional, es decir, hasta su transición el 12 de Enero de 1987. Gary Stewart le sucedió, después en Abril de 1990 fue elegido Christian Bernard para dirigir la Orden Martinista Tradicional.

LA ORDEN MARTINISTA TRADICIONAL HOY.

Como puede observarse, la Orden Martinista, a pesar de las adver­sidades, siempre ha logrado trans­mitir su luz a través de los tiempos. Si bien existen actualmente en algu­nas partes del mundo diversas “obediencias” martinistas, la Orden Mar­tinista Tradicional es la que cuen­ta con el mayor número de miem­bros, esforzándose en mantener la luz que los Maestros del pasado le han confiado. Desde hace algunos años, el Gran Maestro Soberano de la Orden Martinista Tradicional, el hermano Christían Bernard, ha estado trabajando pacientemente para reorganizar la Orden. Cien años después de la creación del Consejo Supremo de 1891, y sesenta años después de la creación de la Orden Martinista Tradicional, quiere volver a centrar la Orden sobre sus valores y prácticas tradicio­nales, y adaptarla al mundo moder­no. Así pues, la Orden está conocien­do, bajo su dirección, un renacimiento.
Cien años después de la Revolución francesa, los Martinistas, bajo la dirección de Papus, habían querido contribuir a la espiritualización de su época. Con la esperanza de participar en esta gran misión, ha­bían propagado al mundo los “Ser­vidores Desconocidos”, para que la Obra pudiese llevarse a cabo. Las circunstancias de esa época eran importantes: las amenazas que pesaban sobre el esoterismo occi­dental y el desarrollo de la civiliza­ción industrial, el advenimiento del “reinado de la cantidad”. Nuestra época presenta numerosas similitu­des con ese período, y cada uno de nosotros puede comprobar que, aunque hemos celebrado, hace po­co, el bicentenário de la Revolución francesa, todavía queda mucho por hacer. Victor Hugo decía: “La revolución cambia todo, excepto el cora­zón humano”. El hombre, como en la época del resurgimiento del Martinismo, está en peligro por el progreso y no es por casualidad que Organizaciones Iniciáticas, tales como la Orden Martinista Tradi­cional, vuelvan a estar de nuevo ac­tivas, pues nos enseñan que no es en el exterior donde se produce la revolución, sino en el corazón de cada uno de nosotros; esto es lo que los Martinistas Llaman la “Vía Cordial”.

NOTAS:

1) No todos los historiadores del Martinismo están de acuerdo so­bre este punto. Algunos consideran que Saint-Martin no ha transmiti­do iniciaciones en el sentido en el que se entiende habitualmente. Según ellos, es a Papus a quien hay que considerar como el creador de la Iniciación Martinista. Sobre esto, ver “Le Martinisme” de Robert Amadou, ed. de l’Ascése 1979, Chap. IV. Hasta ahora, ningún ele­mento permite aportar un juicio definitivo en un sentido o en otro.
(2) “Le Lys dans la Vallée”, H. de Balzac, Nelson 1957, pág. 64.
(3) Sobre las circunstancias de es­ta iniciación, ver el artículo “Un
Servíteur Inconnu Pierre Augustin Chaboseau”, a consultar en: Pierre-Agustin de Chabusseau: Un servidor desconocido.
(4)Esta creación fue anunciada en “La Iniciación”: n9 10 de Juliode 1891, pág. 83-84; n9 11 Agosto 1891, pág. 182 y nº 12 Septiembre, pág. 277 1891.
(5)“Essais de Sciences Maudites, 1, “Au Seuil du Mystére”, G. Carré, París 1890, pág. 158.
(6)“Esai de Synthése des Scíences Ocultes”, F. Jolívet Castelot, E.
Nourry, Paris 1928, pág. 189.
(7) y (8) “Tutti gil Uomíni del Mar­tinismo” Gastone Ventura,Editrice Atanor, Roma 1978, pág. 52. (9) “Le Maitínísme”, Robert Amber­[am, Niclaus, París 1946, pág. 151-155.
(10) Jean Bricaud tuvo sucesores de los que es imposible hablar aquí por falta de espacio. Para más información sobre este punto, ver nuestro estudio próximo a apare­cer “Le Martinisme, son histoire et sa philosophie”, Christian Rebisse.
(11) “Papus, sa Vie, son Oeuvre”, Phílippe Encause, ed. Pythago­re, Paris 1932.Jean Reyor en el “Voí­le d’Isis” de Diciembre 1932, pág. 793-794, fue el primero en señalar este aspecto sobre el hijo de Papus:“Parece que se haya dejado de lado sistemáticamente todo lo que ha podido ser verdaderamente inte­resante en la carrera tan activa de ese asombroso Papus . . . ni una palabra sobre la constitución y so­bre la vida de esta Orden Martinista de la cual Papus fue el animador... “Philippe Encausse corregirá ese defecto en las ediciones sucesivas de esa obra.
(12) “Le Martínisme” Robert Am berlain, Niclaus, Paris 1946 pág. 174.
(13)F.U.D.O.S.I. abreviatura de “Fédération Universelle Des Ordres et Sociétés Initiatiques”.
(14)Este acontecimiento fue anur ciado en el número de Agoto-Septiembre de 1934 de la revista “Adonhiram”, pág. 6.

Fuente Texto: El Rosacruz. Enero/Febrero/Marzo 1993. Editado por la 0rden Rosa+Cruz, AMORC.

domingo, 24 de octubre de 2010

PIERRE-AGUSTIN CHABOSEAU (1896-1946) UN SERVIDOR DESCONOCIDO

ORDEN MARTINISTA TRADICIONAL

PIERRE-AGUSTIN CHABOSEAU (1896-1946)

UN SERVIDOR DESCONOCIDO

por Christian Rebisse.


P.A Chaboseau en 1942.

Cuando se evoca la Orden Martinista, inmediatamente viene a la memoria el nombre de Papus. A menudo se olvida que este movimiento espi­ritualista cuenta con brillantes personalidades, sin las cuales, no hubiera alcanzado el éxito con que la hemos conocido. Aunque algunos colaboradores de Papus, tales como Stanislas de Guaita, F. Ch. Barlet (Albert Faucheus), Sédir (Yvon Leloup), son de sobra conocidos, hay otros como Victor-Emile Michelet y Augustin Chaboseau que han quedado en la sombra. Conocemos mejor a Victor Emile Michelet desde que Richard E. Knowles le ha dedi­cado un libro (1), pero Augustin Chaboseau, ha sido ignorado por los biógrafos (2). Este Servidor Desconocido, esconde sin embargo, múltiples talentos. Y si bien es cierto que Papus fue el organizador del Marti­nismo moderno, a menudo se olvida que tuvo un asociado, Augustin Chaboseau, y que éste debe ser considerado como cofundador de la Orden Martinista. Ha llegado, por tanto, el momento de que conozcamos más ampliamente esta atrayente personalidad, por su contribución a la conser­vación del Martinismo Tradicio­nal y por su cualidad de humanista.
Hemos podido redactar esta biografía gracias al reciente des­cubrimiento de los archivos de la familia de Augustin Chaboseau. Las principales informaciones que figuran en este artícu­lo, pertenecen a un pequeño cuaderno titulado “In Memoriam de Augustin Chaboseau”, escrito por Madame Rosalie Loui­se Chaboseau poco después de la muerte de su marido. (3). También van a ser utilizadas las notas manuscritas que Augustin Chaboseau tema cuidadosamente archivadas, y que estaban des­tinadas a formar parte de su dia­rio, bajo el título de: “Mi libro de bordo, Sesenta años de Nave­gación Literaria y Política”.

La familia Chaboseau

Pierre-Augustin Chaboseau nació en Versalles el 17 de ju­nio de 1868. Su doble nombre nos lleva hasta sus orígenes. El primero, Pierre, lo heredó co­mo continuación de una larga tradición familiar que provenía del siglo XIII. Efectivamente, ha­cia 1220, el Duque Pierre 1 (4), se detuvo un día en una posa­da y actuó de padrino del pri­mer recién nacido de un antepa­sado de la familia Chaboseau. A partir de ese momento, fue tradicional que el primogénito de cada generación llevara el nombre de Pierre. La familia Chaboseau (que anteriormente se escribía Chaboseau de la Chabossiere) tiene sus raíces en la nobleza francesa, y Pierre-Augus­tin hubiera podido hacerse lla­mar por los siguientes títulos: Marqués de la Chaboissiere y de Langlermine, Conde de Ker­cabus, Kerpoisson, de la Moriniére, Trévenégat, la Béliniére, la Pommeraye, Baron de la Borde, de Atrie, el Poreau, Rivedoux. Los Chaboseau eran también Señores de la Fuye, Procé, Bodouét, la Guionniére, la Tillerol­le, Saint-André, Kerlain, Kefres­sou, Kernachanan, tierras nobles del Poitou, de Vendée, de Maine, y Loire, Mayenne, Sarthe, Bretagne, Loire inferior, Ille y Villaine, Orne y Cótes Nord (5). Durante la Revolución Francesa, el poseedor de estos títulos los quemó en “el altar de la razón”, y se arruinó completamen­te. Augustin no utilizó jamás el nombre de Pierre para firmar ninguna de sus obras, ya fueran poéticas, literarias, científicas o históricas. Tan sólo utilizó el de Augustin. Este segundo nom­bre le fue dado por su madre, Elisa-Celestine (1847-1920) en recuerdo de su padre, Antoine-Agustin Lepage a quien rendía un verdadero culto. Augustin-Marie Chaboseau (1835-1898), padre de Augustin, era militar, y su carrera le exigía fre­cuentes desplazamientos. Estos viajes no fueron nunca un problema para los estudios del jo­ven. Es necesario decir que el joven Augustin demostró siempre una aptitud fuera de lo común para los estudios. El trabajo del Liceo no podía saciar su apetito intelectual. “Devoraba” todos los libros de las bibliote­cas escolares y todos aquellos que sus padres y amigos ponían a su disposición.

La juventud

A la edad de catorce años, ya había leído enteramente la Biblia. Esta lectura trastornó hasta. tal punto al joven adoles­cente, que constituyó el punto de partida de lo que a lo largo de toda su vida, fue su mayor preocupación: leer, estudiar y comparar los textos sagrados de las distintas religiones. Dedicó sus vacaciones de Navidad del año siguiente a la lectura de El Corán, una vez que hubo regresado al Liceo de Mans, fue el diccionario de ciencias filosó­ficas de Adolphe Frank lo que leyó y releyó, tornando numero­sas notas. Después fue el diccio­nario de las literaturas redacta­do bajo la dirección de Vapereau, lo que llamó su atención. Lo recalca en su diario: “Lo que aprendí gracias a Franck y Vapereau durante el año escolar 1882 - 1883, es la base de lo que se considera mi erudición”. Al año siguiente se sumerge en “la Imitación de Cristo”. ¿Es Augustin Chaboseau un superdo­tado? Es difícil de afirmar, en cualquier caso, posee aptitudes poco comunes en algunas mate­rias. “Los Franceses conciben que se tenga una vocación irre­sistible por la música, el dibujo, la pintura... Pero nunca nadie ha admitido que se sien­ta un gusto similar por el poli­glotismo. Sin Embargo... an­tes de mi entrada en el Liceo, mi madre había comenzado mi iniciación en el inglés, mi padre había hecho lo mismo con el alemán, y me había confiado a un bachiller para que me enseñara el latín que correspondía al programa del octavo curso. Excelente preparación, pero in­suficiente para explicar que des­de que llegué al séptimo curso, fuera el mejor alumno de latín y de alemán, y que cuando pa­sé al sexto, fuera el mejor en griego, y todo ello sin apenas darme cuenta, incluso puedo decir que sin el menor esfuer­zo. Así continuó todo durante los cinco o seis años siguientes en lo relativo al italiano, proven­zal, catalán, español, portugués, así como flamenco y holandés. Cuando estuve en Pau, en tan solo unas semanas me familiari­cé con el bearnés, y después naturalmente, con el gascón. Después de la enseñanza secun­daria, me sumergí hasta el cuel­lo en el sánscrito. Un ruso me enseñó su lengua en pocos me­ses, y como consecuencia, no tardé en poder traducir cual­quier cosa del polonés y del ser­vio (6). Más tarde, aprendí el bretón, el esperanto, y al mis­mo tiempo leía el sánscrito y el pali”. A este don de lenguas, hay que añadir el que heredó de su padre: la música. Tomó cla­ses de piano desde los seis años de edad, y toda su vida tuvo pasión por la música y el canto. La partida de su padre hacia otra guarnición, fue ocasión de nuevos encuentros que le abrie­ron otros campos de investiga­ción. A pesar de este desplazamiento, el padre de Augustin quería que su hijo terminara el año escolar en el Liceo de Mans, y por ello, le confió a su amigo Jean Labrousse, que como el padre de Augustin, era oficial. Los Labrousse eran espiritistas convictos y estaban muy unidos a Pierre-Gaétan. Leymarie, re­dactor en jefe de “La Revista Es­piritista”. Este encuentro abriría el espíritu del jovencito hacia “los mundos invisibles” y con­tribuiría a depositar en él “el primer germen de sus preocupaciones místicas” (7).

Pierre-Caetan Leymarie y el Espiritismo

Aquí es necesario detenerse unos instantes en la personali­dad de Nerre-Gaetan Leymarie (1817 - 1901). Fue uno de los más ardientes discípulos de Allan Kardec, el fundador del espiritismo. Pero si Pierre-Gae­tan Leymarie era un espíritu tre­mendamente activo, también era un humanista, y ofrecía las columnas de su revista a todos los que defendían “una causa espiritualista, o esencialmente humanitaria o moral” (8). Fue un militante de la causa de la paz, y uno de los pioneros de la emancipación de la mujer. Leymarie se había dado cuenta de que sus contemporáneos no estaban aún preparados pa­ra comprender las nuevas cien­cias psíquicas. De la misma ma­nera, estimaba que eran necesa­rios muchos esfuerzos para de­sarrollar la cultura general de los franceses. Para conseguir es­te objetivo, secundó, en compa­ñía de su mujer y de su amigo Jean Macé, la fundación de la “Liga para la Enseñanza”(9).

Pierre-Gaetan Leymarie

En 1889, Pierre-Gaetan Leymarie organizó el primer congre­so espiritista internacional so­bre suelo francés. No sólo era un hombre sensible, sino tam­bién desinteresado y modesto. Ejerció cierta influencia sobre numerosas personalidades (10). Murió en 1901, y su tumba lle­va la siguiente inscripción: “Morir es abandonar la sombra pa­ra entrar en la luz”. Los Labrous­se hablaban mucho de Leymarie a su joven amigo Augustin, pe­ro no fue sino mucho más tarde en París, cuando se produjo el encuentro de ambos.
Pierre­Gaétan Leymarie ejercería una profunda influencia sobre Au­gustin Chaboseau. Al igual que él, Augustin se sentirá apasiona­do por la educación y dedicará parte de su tiempo a la “Liga para la Enseñanza”; como él, luchará para obtener los de­rechos de la mujer; como él, no se contentará con elaborar bellas e intelectua­les teorías a la som­bra de un salón con­fortable, sino que se interesará en pri­mer lugar por la práctica.

La Iniciación Martinista.

Sus padres, inquietos al dejar solo en París al joven estudian­te, le habían recomendado qué visitara a su pariente, la marque­sa Amélie de Boisee-Mortemart (12). Era una mujer llena de gra­cia y distinción. Llevaba viuda varios años y, totalmente arruinada por su marido, vivía dando clases de piano, de canto y de acuarela a una clientela mundana y burgue­sa del barrio de Ternes. Artista de múltiples dones, también es­cribía artículos en diversas revistas. Desde su primer encuen­tro, se estableció una gran com­plicidad entre Amélie y el joven Augustin. En el plano literario, llegó a publicar en su propio nombre un artículo escrito por Augustin en “El Arte y la Moda” en marzo de 1891. Pe­ro fueron sobre todo sus afini­dades místicas las que más les acercaron. Amélie se interesa­ba grandemente por el espiritis­mo. “Era mística, más que místi­ca, ninguna ciencia oculta tenía secretos para ella. Si bien es cierto que seguía la línea de Adolphe Desbarrolles (13), lo que más le apasionaba era el Martinismo” (14). Si el joven Augustin conocía lo que era el espiritismo, ignoraba totalmen­te todo lo que se refería al Mar­tinismo, por lo que Amélie deci­dió educarle en este tema. “Me prestó los libros de Elme Caro, de Jacques Matter, de Adolphe Franck (15). A continuación los de Saint-Martin. Después, no dudó en iniciarme de la misma manera en que ella lo había si­do por Adolphe Desbarrolles, discípulo directo de Henri de Latouche (16).
De esta forma, en 1886, Au­gustin Chaboseau, se convertía en S.I. y entraba en la cadena de iniciados martinistas que se remonta a Louis-Claude de Saint-Martin. Sin embargo, el Martinismo todavía no tenía es­tructura, no estaba organizado, y no se podía hablar aún de “Orden Martinista”. Fue un encuen­tro providencial el que iba a ha­cer cambiar la situación.

El encuentro con Papus

Papus

Algún tiempo después, Jean Labrousse se instaló en París, y era natural que volviera a encon­trarse con Augustin Chaboseau y que le presentara a su amigo Gaetan Leymarie. Éste le puso en contacto con el ambiente místico y esotérico parisiense y le ofreció colaborar en la “Revis­ta Espiritista”. El 15 de diciem­bre de 1889, Augustin publicó en esta revista un informe sobre los Oficios Budistas en la Expo­sición Universal de París. Fue en París donde hizo amistad con numerosas personalidades tales como los hermanos Cros, Villiers de l’Isle-Adam, que llegó a con­vertirse en su íntimo amigo, Emile Bourdelle... etc. Por con­sejo de Leymarie, el joven exter­no de medicina se presentó en el Hospital de la Caridad y allí conoció a Gérard Encausse, un joven interno que empezaba a hacer algunas publicaciones ba­jo el seudónimo de Papus. De esta forma nació una gran amistad. En largas discusiones sobre el esoterismo y la místi­ca, descubrieron que ambos eran Martinistas y decidieron la creación de una Orden Marti­nista que pudiera transmitir es­ta iniciación. Y es por este moti­vo, por el que debemos conside­rar a Augustin Chaboseau co­mo cofundador de la Orden Martinista.
Papus y Augustin Chaboseau se unen a algunos amigos tales como Stanislas de Guaita, Lu­cien Chamuel, F.Gh. Barlet, Mau­rice Barres, Joséphin Péladan, Victor-Emile Michelet, así co­mo otros más, y de esta for­ma nace la Orden Martinista, hacia 1890. Papus es un orga­nizador, de manera, que con el fin de asegurar el éxito de esta empresa, crea toda una es­tructura, en la que está compren­dida una librería, una sala de conferencias y revistas. Augustin colabora en la revista “Inicia­ción”, de 1889 a 1891, poste­riormente Papus le confía el car­go de redactor jefe de la re­vista “El velo de Isis”. Tambi­én será secretario de redacción de “Psique”, revista de la que era redactor jefe Victor-Emile Michelet. En 1889, tuvo lu­gar en París un congreso espi­ritista del que Gaétan Leymarie escribió un informe en un grue­so volumen. En este libro, se encuentran informes de Augus­tin Chaboseau sobre las ponen­cias alemanas, holandesas e ita­lianas. Todo esto no impide que Au­gustin Chaboseau continúe con sus estudios de medicina. Sin embargo, cuando llega el mo­mento de ocuparse de la tesis, Augustin siente escrúpulos. La idea de que la vida de otros es­té entre sus manos le causa pa­vor. Por ello, decide abandonar la medicina y dedicarse por en­tero a la literatura. Papus le ani­ma en este sentido, y conocien­do su pasión por la filosofía bu­dista, le insta a escribir un libro sobre este tema, diciéndole: “Co­noces a fondo las religiones, las filosofías y las artes de Extre­mo Oriente, incluso tu situación en el museo Guimet te permi­te documentarte fácilmente” (17). Augustin pone manos a la obra, no contentándose con traducir los textos sagrados, aprende el sánscrito y trabaja directamente sobre los textos antiguos. Desde 1890, Augustin presenta su manuscrito a Papus y juntos lo llevan al editor Gar­re que publica este libro en 1891. Papus crea en el seno del Grupo Independiente de Estu­dios Esotéricos, una sección con­sagrada al estudio de las cien­cias orientales dirigida por Au­gustin Chaboseau. Cuando en 1891, Papus pu­blica su “Tratado Metódico de las Ciencias Ocultas” (ed. Gar­re), pide a Augustin Chabose­au que le prepare como anexo a su libro, un glosario de los principales términos de la cien­cia oculta oriental. Este apéndi­ce se publica también en un pe­queño folleto. Durante los pri­meros años del Martinismo, Au­gustin Chaboseau será, junto con Stanislas de Guaita y Cha­muel, el mejor colaborador de Papus. En 1891 los Martinistas deciden dar un mayor relieve a la Orden Martinista, y en el nú­mero de agosto de 1891, “Inicia­ción” publica la creación de un Consejo Supremo compues­to de 21 miembros que, a partir de ese momento, dirigirá la Or­den. Augustin Chaboseau será miembro de este consejo, y ten­drá el número 6 dentro de este grupo de 21 personas. En ju­lio de 1892 la revista “La Plu­ma” presenta a sus lectores un número especial sobrela Magia. Augustin colaborará en esta re­vista con un artículo titulado “La Cadena”. Más tarde, al final del mismo año, Stanislas de Guaita le nombra miembro de la Cámara de Dirección de la “Or­den Cabalística de la Rosa+ Cruz”. Esta Orden constituía una orden interna dentro de la Orden Martinista.

Del Oratorio al Laboratorio

Augustin Chaboseau es un hombre pegado a la tie­rra, le gusta tener en cuenta la realidad, por lo que el tra­bajo especulativo de las Lo­gias no le apasiona durante demasiado tiempo. “Siempre prefirió el altruismo al estu­dio especulativo. Todo cono­cimiento, solía decir, es inútil, vano y egoísta, si no puede contribuir de forma inmedia­ta al bien de los demás” (19). Por eso, a partir de 1893, de­ja de participar en las reunio­nes de las Logias para volver a sus ideas de emancipación a través de la pluma y la pala­bra. Pide cesar en el Conse­jo Supremo de la Orden Mar­tinista para lanzarse a la ac­ción. Papus, por respeto, siempre le guardará su plaza, y su cargo no será nunca ocupado por ningún otro miembro. Augustin, durante todos estos años, ha multiplicado sus contactos. Durante el transcur­so de las cenas de “La Revista Moderna” ha entrado en cono­cimiento con numerosas perso­nalidades de las artes y de la política. Es en este periodo en el que creará un mayor núme­ro de novelas y de artículos en diversas revistas y periódicos (20). La lista es tan larga que no pueden ser citados aquí más que algunos de ellos: “La Fami­lia, La Aurora, La Acción, La Pe­queña República, El Correo de la Tarde, El Fígaro, La Mañana, El Parisiense etc”. Utilizará diversos seudónimos con firma:Pierre Thorcy, Penndok, Pendo­ker, Arc’Hoaz, el Chat Botté, Candiani, Henri Olivier, etc.

Chasboseau Traductor

Su colaboración en “La Pe­queña República”, tuvo una gran importancia en su vida.Fue allí donde conoció a Benoit Malon, a Fourniére y a todos los cabezas del movimiento so­cialista de la época. Y fue con ellos con los que entró en el mundo de la política. En esta época, sus preocupaciones cam­biaron, empezó a cuestionarse sobre las poblaciones del Este, los serbios, los checos, polono­ses, hindues y zulús. Es en esta época cuando sus trabajos de traducción toman una mayor amplitud. Pondremos algunos ejemplos: tradujo del ruso “La petición de boda” de A. Chejov, del inglés, “La ciudad eterna” de Hall Came (21).

Marie Desraime

Participó también en los tra­bajos de la “Liga de los dere­chos humanos” y tomó parte activa en la constitución de diversas universidades populares. Entre 1898 y 1907 dio alre­dedor de trescientas conferen­cias. Augustin tenía ya treinta años y todavía estaba soltero, según parecía, aún no había en­contrado pareja a su medida. Pero en el curso de sus activida­des en la universidad popular del distrito XIV de París, encontró a la que el 17 de diciembre de 1902 habría de convertirse en su esposa, Rosalie Louise Napias.
Esta jovencita era descendiente de un seguidor de Fourier y de una ahijada de Marie Deraisme. Era una activa feminista que colaboraba en la revista “La Fronda” bajo el pseudónimo de Blanca Galien. Había conseguido atravesar las puertas de la fa­cultad de medicina. Educada en el Instituto Pasteur, fue la primera mujer farmacéutica de Francia.
Augustin Chaboseau posee la rara facultad de pode llevar a cabo al mismo tiempo gran cantidad de actividades diferentes. Estas fueron tan numerosas que cuando se estudia su biografía, cuesta creer que pudo llegar a realizarlas al mismo tiempo. Su pasión por la organización del trabajo le llevó a colaborar en la Bolsa del Trabajo donde dio cursos de legislación obrera. También utilizó en este organis­mo su don de lenguas ya que fue traductor e intérprete de doce lenguas vivas. Esto no le quitó tiempo para traducir “La Legislación Obrera en los Estados Unidos” de W.F. Willoughty (23), y para completar este tra­bajo con notas y una introducción en la cual pone de relieve el avance de este país por delan­te de Francia. Siempre sensible a la emancipación de la mujer, traduce “La reglamentación del trabajo de las mujeres y de los niños en los Estados Unidos” (24), así como una “Guía Práctica de Legislación Obrera” (25) y también redactó un “Manual de Legislación Obrera”, que constituyó una Obra maestra. Sus estudios sobre el mundo obre­ro le llevaron a inquietarse por el abandono del campo, y sobre este tema escribió “La desertización del
campo" .

El Compromiso Social.

Hacia 1990, abandonó sus artículos literarios en manos de sus colaboradores y se consa­gró a las revistas científicas. Colaboró en “La Revista de Pa­rís”, la “Revista Científica”, la “Revista General de las cien­cias” etc... Su estudio sobre la Constitución de 1875 bajo el título “Realizaciones democráti­cas” le valió grandes honores de la tribuna de la Cámara de Diputados. Terminó un “Estudio Histórico sobre los Constituyentes de 1848” que fue publicado bajo el patrocinio de la Sociedad para la Historia de la Revolución de 1848 (bajo la presidencia de G. Renard) (26). Más tarde, Alexandre Levais le confió la redacción de su primer volumen de “La Historia de los Partidos So­cialistas en Francia” (de Bebeuf a la Comuna, 1911) (27). Sus actividades políticas fue­ron más y más numerosas. Des­pués de su fracaso en las eleccio­nes municipales de 1908 (28), en 1911, pasó a ser secretario del diputado Pierre Goujon. Augustín Chaboseau era un enamo­rado de la naturaleza, era “un ecologista” antes de que este tér­mino estuviera de moda. Con su amigo Anselme Changeur par­ticipó en la “Sociedad para la Protección de Paisajes de Fran­cia” en 1913. La sede de la Aso­ciación será su propio domicilio, la calle Jenner de París. Fue miem­bro de la Junta Directiva de es­ta Asociación en 1919, y publi­có de 1913 a 1934 artículos so­bre la protección de la naturale­za en “Fígaro”, “Tiempo” y en el “Boletín de la Sociedad para la Protección de Paisajes de Francia”.

Secretario de Aristede Briand.

La Primera Guerra Mundial estalla en 1914. Augustin Chabo­seau es un hombre que se compromete apasionadamente en los asuntos de su país, por lo que no podrá soportar permane­cer apartado por razones de sa­lud. Quería defender a su país, por lo que ofrecerá su trabajo desinteresado en el ayuntamien­to del distrito XIII. Rápidamen­te se dio cuenta de que este tra­bajo rutinario no correspondía sus conocimientos y que podía ser más útil en otros campos. En este momento es cuando to­ma contacto con su antiguo ami­go Aristide Briand, que a la sa­zón, era Ministro de Justicia. Es­te, en razón a la petición que le fue formulada, en el mes de septiembre le nombra secretario particular suyo. Cuando Aristi­de Briand sea nombrado Presi­dente del Consejo y Ministro de Asuntos Extranjeros, conser­vará a Augustin a su servicio. Durante esta colaboración que duró hasta 1917 (30), tuvo que representar al ministro en el transcurso de numerosas mani­festaciones oficiales. Durante es­te periodo, Augustin Chabo­seau llevó a cabo misiones secre­tas acerca de algunos políticos de los Balcanes. De esta forma conquistó la amistad de numero­sos jefes de Estado, tales como el presidente Pachith y el rey Ale­jandro de Yugoslavia (31). Tam­bién estuvo muy unido con el ministro plenipotenciario de Ser­via en París, Milenko R. Vesnitch. Este último era un gran admira­dor de los poemas servios que habían sido traducidos por Au­gustin Chaboseau (32). El gobier­no servio pidió que escribiera una obra histórica. “Los Servios, Croatas y Eslovenos”. En Yugos­lavia estos dos volúmenes han llegado a ser libros de texto en las clases de francés. A su autor, le valieron el título de “Comen­dador de la Orden de San-Saya”, condecoración que le fue envia­da por el Príncipe regente Alejan­dro, el primero de diciembre de 1919 (33). Entre sus numero­sas relaciones, imposibles de re­latar aquí, debe ser señalada su amistad con Roland Bonaparte. Algunos años después de la guerra, de 1922 a 1929, colaboró en “Mercure de Francia”. De­bemos señalar su artículo: “La­touche rehabilitado” (1919). Henri de Latouche (1785 - 1851), primer editor de Henri Chenier, fue además escritor. También era Martinista, y fue el iniciador de Adolphe Desbarolles. La pa­sión de Augustin por la protec­ción a la naturaleza es conoci­da sobre todo por su participa­ción en la protección del Parque de Sceaux. El propietario de es­te parque no tenía medios para mantener un terreno tan gran­de, y en 1923, había decidido parcelarlo y venderlo. Gracias a la Sociedad para la Protección de los Paisajes de Francia y al apoyo de diversas personalida­des, consiguió evitar la destruc­ción de este magnífico espacio verde, haciendo que la propie­dad fuera comprada por el De­partamento del Sena en julio de 1923. Augustin Chaboseau había propuesto en el mes de junio, instalar en el castillo de Sceaux el museo histórico ar­queológico de Ile de France. El proyecto fue adoptado en diciembre de 1930, bajo la direc­ción de Jean Robiquet, Augustin Chaboseau se convirtió en su adjunto y conservó este cargo hasta la declaración de la guerra en 1939.

La Orden Martinista Tradicional

Después de la guerra de1914-1918, Augustin Chabo­seau frecuentaba el “Gran Orien­te de Francia” y “Derechos Hu­manos” con los que estaba re­lacionado desde hacía años. Pro­nunció diversas conferencias en “Derechos Humanos” y par­ticipó en sus actividades has­ta 1937. Cabe preguntarse la causa por la que Augustin Chaboseau eligió frecuentar las logias masónicas en vez de unir-se a las logias martinistas. Es necesario decir que la situa­ción había cambiado grandemen­te desde el fin de la guerra. En efecto, Papus había muerto el 25 de octubre de 1916, antes de terminar la Primera Guerra Mundial. Después de esta fecha, la Orden Martinista había caí­do en un periodo letárgico, ya que la guerra había dispersado a los miembros del Consejo Su­premo, haciendo imposible por ello, el nombramiento de un nuevo Gran Maestro (34). Sin embargo, varios martinistas in­tentaron en esta época, tomar la dirección de la Orden. Entre todos habían deformado el Mar­tinismo de una manera que es­candalizaba a Augustin Chabo­seau. Después de haber compro­bado las numerosas deformacio­nes del Martinismo lionés y pa­risiense, reunió de nuevo a los últimos permanecientes del Gran Consejo Supremo en 1891 y restauró la Orden en 1931. Se procedió a la elección de Gran Maestro y fue Augustin el que resultó elegido. Sin embar­go, dejó este cargo en manos de Victor-Emile Michelet. A la muerte de Michelet, en julio de 1938, Augustin Chaboseau asumió el cargo de Gran Maes­tro. A la Orden que de esta ma­nera había reanudado activida­des, los martinistas añadieron el calificativo de “Tradicional” para distinguirla de los diversos movimientos no ortodoxos. Por este gesto, los Martinistas reivin­dicaban “la perennidad de la Orden fundada por Papus jun­to con ellos.., afirmándose co­mo los únicos que justificada­mente podían manifestar esta regularidad” (36). La Orden Martinista Tradicional permane­cerá discreta hasta su entrada en la F.U.D.O.S.I. a finales del año 1939. A partir de esta fecha, Augustin Chaboseau se convir­tió en uno de los tres Impera­tors de la F.U.D.O.S.I. (36). Desgraciadamente la guerra de 1939-1945 iba a contrariar los proyectos de los Martinistas. Esta “maldita guerra” afectó pro­fundamente a Augustin Chabo­seau, que había huido de la ca­pital con sus nietos y había bus­cado refugio en su querida Bre­taña” (37). Terminó en Saint­Servan, (cerca de Saint-Malo) sus últimos volúmenes de la “Historia de Bretaña”. Su hijo Jean se encontraba en el frente, y era madame Jeanne Guesdon quien le reemplazaba como secretaria administrativa en sus relaciones con el extranjero Je­an Chaboseau conseguía, a pe­sar de todo, volver de vez en cuando. En las Navidades de 1939, Agustín y Jean Chabose­au, al igual que Georges Lagre­ze, estaban de nuevo unidos y trabajaban en la reorganización de la Orden Martinista tradicio­nal, que por causa de la guerra, actuaba en la clandestinidad. Fue entonces cuando enviaron una grata carta a Ralph M. Lewis. Hacia el fin de la guerra, a pesar de la ocupación, tuvo que volver a París. Algún tiem­po antes de finalizar la guerra, los soldados alemanes irrumpie­ron en su casa y saquearon su biblioteca. Necesitaron un ca­mión para llevarse los libros, de tantos que había. Afortunada­mente, Augustin Chaboseau ha­bía sido prevenido a tiempo, y tuvo tiempo de destruir los do­cumentos que atestiguaban sus actividades iniciáticas, escapan­do de esta forma de lo peor. “Hasta las últimas semanas, su actividad intelectual fue muy intensa: quince días antes de su muerte, redactaba notas para un trabajo posterior, traba­jaba en un poema de doce can­tos sobre Buda (desgraciadamen­te quedó interrumpido en el canto siete), y había escrito dos conferencias para las futuras reu­niones martinistas. El dos de enero de 1946, murió calma y serenamente, su pobre cuerpo era ya demasiado débil para que en él permaneciera su espí­ritu”. Así acaba este retrato de Au­gustin Chaboseau. Todavía que­da mucho que decir sobre sus realizaciones literarias (por ejem­plo, su colaboración en la gran enciclopedia Larousse), políti­cas e iniciáticas. Pero lo esen­cial era poner al descubierto a un ilustre Martinista que, “estan­do nutrido por la doctrina del amor y de la caridad del Marti­nismo, por los estudios trascen­dentes de la Rosa-Cruz y de Saint-Yves de Alveydre” (39), se esforzó toda su vida en poner en práctica los más altos ideales que un hombre puede concebir.

Orden .................................... Orden
Martinista ............................. Cabalística
Tradicional ............................
de la Rosacruz
La Cámara
de Dirección de la Orden Cabalística
de la Rosacruz.
El Consejo Supremo de la Orden Martinista Tradicional.
El Grupo Martinista Brocéliande.
Le informan de la partida hacia las Esferas Superiores
del Hermano PIERRE AUGUSTIN CHABOSEAU
Presidente de la Cámara de Dirección de la Orden Cabalística
de la Rosacruz.
Gran Maestro de la Orden Martinista Tradicional.
Presidente del grupo Martinista Brocéliande.
"No temo morir en el deseo de unos mejores pastos
Ya que ante mis ojos, como si de un espejo
se tratara, aparece La Vida Futura."

NOTAS:

(1) “Victor-Emite Michelet, Poeta Esotérico”, Richard Knowles, Vm, París 1954

(2) Tan solo hay que hacer una pequeña reseña biográfica: “Vi­da y Misterio de los Rosacru­ces”, de Jean Claude Frére, Maison Mame, París 1973, que a pesar de algunos errores, está bien documentada.

(3) A esto hay que añadir una im­portante cantidad de docu­mentos y correspondencia con numerosas personalidades, así como los documentos de su hijo Jean Chaboseau. Debe­mos agradecer a Madame M.C. que ha tenido la amabilidad de confiarnos estos preciosos documentos.

(4) Pierre 1, llamado “mal cléri­go” porque había colgado los hábitos, era hijo de Yolande de Courcy y de Robert II, Con­de de Dreux y de Perche, te­nía por abuelo a Robert I, hi­jo mayor de los cuatro de Louis VI, el Gordo, cuyo ter­cer hijo fue Luis VII, el Joven, padre de Philippe Augusto. Pierre 1 fue armado caballero por el rey de Francia en 1209. Ver “Historia de Bretaña an­tes del siglo XIII”. Augustín Chaboseau, pág. 218 y 152, ed. La bolsa de las ideas, París1926.

(5) “In Memoriam, Augustin Cha­boseau”. R. Louise Chabo­seau, página 1 y notas de Augustín Chaboseau sobre el origen de la familia Chabo­seau.

(6) “Mi libro de bordo... “pág. 3 y 4.

(7) “In Memoriam... “pág. 5.

(8) Ver “Los Pioneros del Espiritis­mo en Francia, Documentos para ¡a formación de un libro de oro sobre tas Ciencias Psí­quicas” recogidos por J. Mal­gras, Lib. “sobre Las Ciencias Psicológicas”, París 1906, pág. 104.

(9) Jean Macé fundó la “Liga Fran­cesa para la enseñanza” en 1886, con el fin de favorecer [a difusión de la instrucción en las clases populares. Des­de 1967 lleva el nombre de “li­ga de enseñaza y de educación permanente”.

(10) René Caillet, fundador de “L’E­toíle”, diario en el que partici­pó Augustin Chaboseau, des­pués de haber sido un néantis­ta y un positivista, fue conver­tido al espiritismo por Leyma­rie en el año 1870.

(11) Este museo fue fundado por E. Guimet (1836 - 1918), in­dustrial y arqueólogo, a La vuel­ta de la misión que le había confiado el Ministerio de Ins­trucción Pública para ir a estu­diar “in situ” las religiones del Extremo Oriente. Se insta­[6 primeramente en Lyon cer­ca del Parque de la Tete d’Or, inaugurado por Jules Ferry el 30 de septiembre de 1879. E. Guimet lo transfirió en 1884 a París, Plaza de Iéna, con el fin de ponerlo al alcance de los buscadores. En 1945 se convirtió en el departamento de artes asiáticas del Museo del Louvre.

(12) Amélie, nacida Nouél de Latou­che, era la sobrina del poeta Henri de Latouche.

(13) “Mi libro de bordo... “pág. 87. Augustin Chaboseau preci­sa que no solamente A. Desba­rolles inició a Amélie en el Martinismo, sino que tambi­én le enseñó algunas técnicas de pintura. Es preciso recor­dar que Adolphe Desbarolles, antes de consagrarse por ente­ro a ¡a quiromancia, era un pintor de talento. (sobre es-te punto, ver el “Diccionario Histórico y Racional de los pintores”, por Adolphe Siret, Bruselas 1883, Tomo 1, pág. 270).

(14) “Mi libro de ....... “pág. 88.

(15) “Ensayo sobre la vida y la doctrina de Saint-Martin, el Filósofo Desconocido”, E. Caro, París Hachette 1852; “Saint-Martin el Filósofo Desconocido” J. Matter, Pa­rís 1862; “La Filosofía Mís­tica en la Francia del si­glo XVIII, Saint-Martin y su Maestro Martines de Pas­qually”, a. Franck, París 1866.

(16) “Mi libro de bordo... “pág. 88. Esta última información es muy importante, ya que precisa que la iniciación que recibió Augustin Chaboseau de Amélie de Boisse-Morte­mart, no era tan sólo una ini­ciación a la lectura de Saint­Martin.

(17) “In Memoriam.. . “pág. 10.

(18) “Ensayos sobre filosofía bu­dista” In 82, Carré, París 1891, este libro ha sido ree­ditado en 1946 por la Libre­ría Astra.

(19) “In Memoriam... “pág. 14.

(20) En 1921, reunió en una obra titulada “la Halte a la som­bra”, las numerosas obras en verso que habían apa­recido en varios periódicos y revistas. En 122, Casa fran­cesa del arte y de la edición1921.

(21) “Una petición de boda”, li­bro ir> 42, París Delamain y Botelleau 1922. “La ciudadeterna”, editada en “La Acción”, como folleto, y des­pués en 1911 por la Casa de Publicaciones literarias y Poéticas.

(22) Maria Deraisme, feminista de los primeros tiempos, es-tuvo también en colabora­ción con Georges Martin, en el origen de la creación de la primera masonería mixta, el Derecho huma­no, en 1893. Su hermana Mme. Anna Feresse-Derais­me actuará como testigo en el matrimonio de Louise y Augustin.

(23) Editado por Giard y Brière, en París en 1903.

(24) Editado por E. Cornely en 1907, después en 1908.

(25) Publicado por Giard y Brière, París en 1910.

(26) Folleto ir> 8~’, París E. Cor­nely 1911.

(27) En 12~ París, Marc Riviere 1911.

(28) Fue candidato del Partido So­cialista (S.F.I.O) por el distri­to 13 de París, Barrio Salpé­triére.

(29) Después del segundo Congre­so Internacional para la Protección de la Naturale­za que tuvo lugar en Pa­rís del 30 de junio al 4 de julio de 1931, cuyo congreso fue abierto por un discurso del Presidente de la República Francesa, Al­bert Lebrun, Augustin Cha­boseau dio una conferencia sobre “Los parques nacio­nales en los Estados Unidos”. Los trabajos de este con­greso fueron publicados en 1932 por la Sociedad de Edición Geográfica, Maríti­ma y Colonial, en 1932, con el texto de A. Chaboseau, pág. 391.

(30) Aristide Briand (1862 -1932). Después de la guerra fue partidario de una política de reconciliación con Ale­mania. Fue 11 veces Presi­dente del Consejo y 17 veces Ministro de Asuntos Exte­riores. Firmó el acuerdo de Locarno en 1925. Fue tam­bién uno de los organizado­res de la Sociedad de las Na­ciones, que en 1946 se con­vertiría en la O.N.U. En 1926 recibió el premio Nobel de la Paz.

(31) Ver “Vida y Misterios de los Rosacruces”, Jean Claude Frères, Maison Mame, París1973, pág. 134.

(32) Los servios y su epopeya na­cional” en 162, Bossard, París 1919, publicado con un prefa­cio de M.R. Vesnitch.

(33) “In Memoriam... “pág. 21.

(34) “Con Papus muere el Marti­nismo”, Jollivet Castellot; “Ensayo de Síntesis de las Ciencias Ocultas”, E. Nourry, París 1928, pág. 189.

(35) “El Martinismo”, Robert Am­belain, Niclaus, París 1946, pág. 174.

(36) Para todo lo concerniente a la historia del Martinismo, ver el artículo “El martinis­mo, historia de una Orden tradicional”, en esta misma revista.

(37) “In memoriam... “pág. 25.
(38) “In memoriam... “pág. 25.
(39) “In memoriam... “pág. 14.

Fuente Texto: El Rosacruz. Enero/Febrero/Marzo 1993. Editado por la 0rden Rosa+Cruz, AMORC.